domingo, 15 de noviembre de 2009

¿POR QUÉ SON TAN BRUTOS LOS BOXEADORES?

¿POR QUÉ SON TAN BRUTOS LOS BOXEADORES?

La trágica muerte del flaco explosivo

Al inolvidable recuerdo de Alexis Argüello, que de ninguna manera merecía morir de la forma tan trágica que lo hizo.

Desde hace algún tiempo me anda dando vuelta por la mente una lista – muy pequeña, por cierto – de boxeadores que después de retirados de los cuadriláteros no han tenido una vida trágica. En los últimos tiempos, tres de ellos, considerados entre los más grandes de todos los tiempos, me han obligado por sus infortunadas actuaciones a excluirlos de la lista. Ellos son nada menos que El Profeta (Muhammad Alí), Sugar Ray Leonard y Oscar de la Hoya. El primero cometió el atroz delito de dejarse impactar la mandíbula en numerosas ocasiones por el poderoso gancho de izquierda de Joe Frazier, lo que a la larga le provocó una seria lesión en la mandíbula que le permitió tiempo después a Ken Norton fracturársela con un poderosísimo golpe. Y por cierto que este fue el segundo gravísimo error de Alí, pues la referida fractura ocurrió en el mismísimo primer round de la primera pelea que sostuvieron, y el musulmán, en un acto de inaudita imprudencia temeraria, desobedeció las indicaciones de su equipo y se negó a abandonar la pelea en el segundo round, con lo cual recibió una peligrosa e innecesariamente alta dosis de castigo. Y el tercer gravísimo error que cometió El Profeta fue enfrentarse a Larry Holmes cuando éste se encontraba en muy buenas condiciones físicas mientras que Alí ya estaba en franca decadencia. El resultado de todos estos errores es la terrible enfermedad de Parkinson que le afecta desde hace varios años y que le dificulta enormemente actos tan indispensables de la vida diaria, como hablar, tomar sus alimentos y caminar. En cuanto a azuquítar (Sugar Ray Leonard) su última presentación – ante Héctor Macho Camacho – demostró la sabiduría de aquella lapidaria frase que dijo Archie Moore, uno de los boxeadores más grandes de todos los tiempos, que en una ocasión afirmó que EN BOXEO LOS GOLPES ENTRAN PERO NO SALEN. Ante Camacho, Leonard hizo el ridículo más grande de toda su carrera boxística perdiendo por nockout en el quinto round y sufriendo una conmoción cerebral. Ese es el resultado de los salvajes enfrentamientos con Mano de Piedra Durán, Tommy Hearns y Marvin Hagler. Y, finalmente, Oscar de La Hoya, a quien muchos consideran un boxeador inteligente cometió la tremendamente temeraria imprudencia de enfrentarse a Bernard Hopkins, quien se lo despachó fácilmente en el octavo round con un terrible gancho al hígado.

Otros casos famosos por sus tragedias es el de los boxeadores fallecidos en accidentes de tránsito. Tres de los boxeadores más grandes de todos los tiempos en sus respectivas categorías fallecieron de esta manera: Masao Ohba, de Japón, excelente campeón mundial de peso mosca, Salvador Sánchez de México uno de los mejores campeones mundiales de peso pluma en los últimos treinta años, y Víctor Galíndez de Argentina, excelente campeón mundial semicompleto. De éstos, exceptúo a Carlos Monzón porque ese realmente no fue un accidente de tránsito: En realidad el se suicidó usando un automóvil.

También está el doloroso caso de Oscar Ringo Bonavena asesinado a escopetazos en Las Vegas por órdenes de un capo de la mafia italiana.

Y hay muchos otros casos que, aunque no murieron asesinados o suicidados, vivieron sus últimos días de una manera miserable, en medio de tremendas pobresas, limitaciones y vejaciones. El caso más trágico de estos fue el del el gran Joe Louis, quien tuvo que trabajar, ya enfermo y con más de 60 años, de botones en un hotel para no morirse de hambre, después de haber sido uno de los más grandes campeones mundiales de los pesos completos del boxeo. Todo esto a consecuencia de que sus representantes eran una pareja de gangsters que le robaron una gran cantidad de dinero evadiendo el pago de impuestos al Tío Sam.

Y el último caso trágico en la historia del boxeo es el de El Hombre de Hierro Mike Tyson, que al final de sus días ha visto esfumársele de las manos los 350 millones de dólares que se ganó durante su carrera boxística y más bien se ha encontrado con una hermosa deuda de 38 millones de dólares en impuestos al Tío Sam.

No hablaremos aquí de las trágicas muertes ocurridas en el cuadrilátero por haber múltiples factores que han influido para que estas desgracias ocurrieran.

También queremos mencionar que algunos boxeadores han terminado sus vidas con un severo daño en el sistema nervioso central, que ha sido bautizado muy equivocadamente como demencia de los boxeadores, tal y como les ocurrió a Chico Aparicio (salvadoreño) quien se enfrentó y no pudo ser noqueado por los dos boxeadores más poderosos de esa época, Alexis Argüello (Nicaragua) y Rodolfo el Bebé Francis (Panamá), Vicente Paul Rondón, de Venezuela, y Wilfredo Benítez de Puerto Rico.

Otro que no ha terminado como los anteriormente mencionados pero que enfrenta problemas económicos es el otrora asesino del ring Roberto Mano de Piedra Durán.

Por lo tanto dentro de los poquísimos sobrevivientes de la lista encontramos a Jack Dempsey (El asesino de Manassa) y su archirrival y después gran amigo Gene Tuney, ambos ya fallecidos, el primero de ellos al retirarse instaló un bar en la ciudad de Nueva York, al cual llegaban muchos clientes no tanto por tomarse un par de tragos de whisky – lo cual pudieran hacer en cualquier otro bar – sino por ver de cerca a esa leyenda viviente del boxeo que era Dempsey. De Tuney no tengo datos respecto a sus últimos días, pero aparentemente no sufrió penurias económicas ni secuelas graves en su salud. Y el que ha sido puesto siempre de ejemplo como excelente boxeador, excelente ciudadano y magnífico administrador de sus bienes, Rocky Marciano, muy probablemente hubiera llegado a viejo a no ser por ese infortunado accidente de avioneta que acabó con su vida cuando apenas tenía alrededor de 49 años.

Y otros dos grandes campeones que terminaros sus días sin problemas fueron Sugar Ray Robinson y Floyd Patterson.

Es posible también que a esta corta lista haya que agregar a Marvin Hagler y a Tommy Hearns.

Ahora que la tragedia se ha cebado en Alexis Argüello, el más grande boxeador nicaragüense de todos los tiempos, esto debería a inducirnos a realizar una profunda reflexión: ¿Por qué los diferentes gobiernos no aplican mecanismos de control y de sanción en contra de los representantes de los boxeadores? Si así se hiciera, se evitarían muchas desgracias. Por ejemplo, si se les obligara a estos sinvergüenzas disfrazados de empresarios a realizarles una tomografía axial computarizada de cerebro a todo pugilista que perdiera por nockout se evitarían muchas desgracias. También si se estableciera nuevamente la obligatoriedad de decretar el nockout técnico cuando un pugilista fuera derribado tres veces en el mismo round se evitarían tragedias innecesarias. Y también habría que aplicar mano dura a ciertos árbitros que aparentemente están muy confundidos y creen que en vez de estar en una pelea de boxeo en pleno siglo XXI están en la época del circo romano en donde el perdedor casi siempre perdía la vida.

Descanse en paz Alexis Argüello, El Caballero del Ring, a quien trataremos de recordar por su vida ejemplar y no por su trágico final.

Joaquín Ufión Caldera
Alajuela, Costa Rica
15 de setiembre de 2009

Nota: Para evitar herir sentimientos, suprimí un párrafo del documento original. Atentamente, Marvin Ufión Caldera

Poema de don Simeón Ubeda para mi papá

Hoy ocho de octubre
Sentí dolor en el corazón
Pues hoy ocho de octubre
me dijeron : "murió el Dr. Ufión".

El doctor no era hombre cualquiera
Era un ciudadano muy estético
Su palabra era muy sincera
Era muy polifacético.

Lo mismo le hablaba de medicina
Su palabra era muy tácita
Conocía mucho de albañilería
Y también de música clásica.

Recuerdo que en el hosital San Vicente
"Simeón te dejaré un repuesto y vamos a la capilla"
Era un hombre muy decente
Y me pedía "tócame el Ave María".

Los doctores de ese tiempo
Eran una maravilla
Lo digo en este momento
De luto hoy esta este día.

Doctores Acela y Doctor Altamirano
A sus hijos y a su madre
Les doy mi rendido pésame
por la muerte de Ufión, buen cristiano.

A Usted doctor Ufión
Ahi le va mi despedida
Lo quiso de corazón
Simeón Ubeda, en la vida.

8-10-2008.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Dr. Joaquín Ufión Caldera

Dr. Joaquín Ufión Caldera, nació en Matagalpa, Nicaragua el 7 de mayo de 1953 y pasó a la presencia de Dios el 25 de octubre de 2009. Era mi hermano mayor con quien llevaba una excelente relación, me decía que yo era el único que le hacía caso. Estudió su carrera de medicina en la Universidad de Costa Rica y se fue a ejercer a Nicaragua después del derrocamiento de Somoza. Desde hace unos cinco o seis años su padecimiento de ácido úrico se fue acentuando en tal forma que se le deformaron sus articulaciones y terminó postrado en cama con fuertes dolores, con el agravante que se hizo diabético y tenía problemas con la presión. Era un apasionado de la lectura y tenía una cultura muy amplia, también era muy aficionado al boxeo, del cual tenía gratos recuerdos sobre todo de las peleas de antaño, de la época de Alí y de Sugar Ray Leonard. Que Dios lo tenga en su gloria y que descanse en paz.

viernes, 10 de abril de 2009

Dr. Joaquín Ufión Leytón

El Dr. Joaquín Ufión Leytón (mi papá) nació en Masaya, Nicaragua, el 3 de diciembre de 1924 y pasó a la presencia de Nuestro Señor el 7 de setiembre de 2008, después de un cáncer fulminante que primero lo envió a la cama y después a la muerte, pero muerte física pues como dice La Biblia, todo aquél que cree en Jesús tiene vida eterna y si algo tenía él, era una enorme fe en Jesús. Recuerdo una vez que me dijo en su lecho de enfermo: "Nunca reniegues de Dios", palabras que quedaron grabadas en mi mente y en mi corazón, pues él a pesar que pasó sus últimos días postrado en cama, con una enfermedad muy severa, siempre mantuvo su fe y padeció en silencio.
Cómo médico que fue, su vida estuvo marcada por una entrega total hacia sus pacientes, atendiendo sus males físicos pero sin olvidar la parte humana y espiritual de cada uno de ellos.
También fue un gran católico practicante, siempre perseverante en la fe a través de los años; en mis 46 años de vida nunca lo vi claudicar ni renegar ni de la Iglesia, ni de los sacerdotes, ni de los Papas, a pesar de las diferentes situaciones difíciles y polémicas que se han dado a través de los años.
Su funeral no fue algo pomposo ni fue noticia que se oyera por todo el mundo, sin embargo su paso por esta tierra dejó mucha huella y los que lo conocieron y lo quisieron y se enteraron de su muerte, lo lloraron con lágrimas sinceras.
Alajuela, 10 de abril de 2009, Viernes Santo